martes, 13 de abril de 2010

The ghost writer, Roman Polanski, 2009









El domingo pasado, como ya ocurrió el anterior, fuimos al cine (http://lc-architects.blogspot.com/2010/04/single-man-tom-ford-2009.html). Esta vez vimos la última película de Roman Polanski y en ella, como la semana pasada, la casa tenía un papel esencial en la trama.

Muestra Polanski la casa americana de un ex primer ministro británico, magnifica y situada en un magnifico lugar. Quizá excesivamente aislada (el entorno es hermoso pero ligeramente hostil), excesivamente terminada (http://lc-architects.blogspot.com/2009/11/andamios.html) y excesivamente diseñada. En la casa de la película no faltan la silla Barcelona (ésta vez en color negro) de Mies, el sillón Eames (también negro) y el mobiliario tubular de Marcel Breuer (de acero y blanco). Me encantan estas piezas de mobiliario. ¿A quién no? Pero no termino de entender la necesidad de que aparezcan constantemente en todas las casas de supuesta modernidad. En cualquier caso, siempre son una elección segura.

La corrupción política está hoy a la orden del día y mientras veía la película pensaba en la casa del anterior presidente español (quién conozca el argumento sabrá por qué), en la casa de un expresidente balear recientemente imputado, en las supuestas casas del presidente del Congreso (¿será verdad?) y en una canción de Serrat que hablaba de unos políticos que presumían de quién la tenía más grande (y no precisamente la casa).

Además de casas, en la prensa se habla de sacerdotes pederastas y de un cardenal que en Chile ha relacionado la pedofilia, no con el celibato, sino con la homosexualidad. ¿Quiere esto decir, quizá, que hay un alto número de homosexuales entre los ministros de dios? Hoy, ¡a buenas horas!, nos dicen que el Vaticano recomienda a sus fieles que denuncien los abusos sexuales a menores. Espero que se apliquen el cuento.

Sé que quién lea esto me puede decir que precisamente el Sr. Polanski está acusado de abusar en el pasado de una niña de 13 años en los Estados Unidos (pesa contra él una orden de detención desde 1978, tras ser detenido un año antes en Beverly Hills acusado de violar a Samantha Gaimer, de 13 años, en la residencia de Jack Nicholson mientras éste se encontraba ausente. El cineasta se declaró culpable de haber mantenido relaciones sexuales ilegales con la menor, pasó 42 días en prisión bajo evaluación psiquiátrica y, estando en libertad condicional, se fue del país antes de conocer el fallo del juez, para nunca más volver), pero no puedo por menos que relacionar la trama de su última película con los problemas que el director tiene hoy con la justicia americana (la víctima en el caso de abuso sexual de que se acusa a Roman Polanski, Samantha Geimer, de 45 años, hoy casada y con tres hijos, ha pedido reiteradamente a las autoridades que retiren los casos contra el hombre que abusó de ella). Además, claro está, de manifestar la diferencia entre el hecho de que posiblemente (al contrario que ocurre en la mayor parte de los casos de los sacerdotes) las relaciones entre Samantha Gaimer y Polanski, aunque ilegales, fueron supuestamente consentidas y luego tergiversadas.
Para colmo uno de nuestros activos internacionales, el juez Baltasar Garzón, va a ser juzgado (y aún le quedan 2 causas más) y previsiblemente apartado de la judicatura. Ya sé que no se juzga su curriculum sino sus formas, pero yo me pregunto ¿a quién ha perjudicado este señor al autorizar la investigación de los crímenes del franquismo?

Por cierto, me dice mi mujer que les diga que el verdadero lujo de la casa de la película es el lugar (en el borde de un mar hermosamente salvaje) en el que fue construida.


Y yo, obediente, aquí lo digo.

Luis Cercós (LC-Architects)

http://www.lc-architects.com/



No hay comentarios:

Publicar un comentario