domingo, 25 de septiembre de 2011

Bodies in Urban Spaces

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En el transcurso de la celebración del Festival de las Artes de Castilla y León (Fácyl), se llevó a cabo una interesante intervención en el espacio urbano salmantino. El proyecto desarrollado por el artista y coreógrafo austriaco, Willi Dorner, bajo el título Bodies in Urban Spaces se presentaba como un modo de interacción con la arquitectura de la ciudad por parte de los performer y de los viandantes que comproban sorprendidos como espacios urbanos adquirían un componente humano diferente, quasi mágico.

A través de un recorrido, diferentes esculturas buscaban una doble referencia arquitecturizando sus cuerpos, humanizando la arquitectura, que sirve de marco y soporte para su ejecución. Los cuerpos son llevados a límites alejados de la cotidianeidad donde el equilibtrio, la fuerza y la resistencia son las habilidades básicas que permiten mantener toda esa serie de posiciones y bloqueos. Se busca un punto de equilibrio donde la relación entre cuerpo y arquitectura sea posible, y en ocasiones se produce incluso un hecho poético.

En Bodies in Urban Spaces, los cuerpos nunca dejan de ser cuerpos, pero se desdibujan, con el entorno. Tal y como afirma el propio artista, parte de la arquitectura para colocar unos cuerpos precisos, se trata de un viaje de ida y vuelta que busca cuestionar la forma aprehendida de comportarse en la ciudad, en el entorno urbano.

Una visión desde dentro: Participando en este proyecto he podido comprobar como la ciudad puede mostrarse de infinitas maneras distintas. Los cuerpos estáticos proporcionan un medio fantástico para mantener por un instante esa transformación que de una manera dinámica en el ADD (Art du deplacement) confiere otro tipo de matices. Desde mi punto de vista uno está hecho para ser visto, el otro para ser vivido y de una manera feaciente comprobar como hay mil y una posibilidades de interactuar con un elemento urbano.

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Generando situaciones espectaculares, cuando suspendido en un árbol con el único apoyo del hombro, cabeza abajo, un grupo de niños se acercaban para preguntarse sobre porque una persona estaba allí. Se planteaban la posibilidad de que fuera un vampiro, un murciélago que iba a echar a volar, o incluso se atrevían a afirmar que no se trataba de un vampiro sino de un difunto o una colorida escultura.

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