viernes, 6 de septiembre de 2013

Christine Keleer & la silla 3107 de Jacobsen










Una corista convertida en sensación nacional —la foto en la que posa desnuda tras la silla es una de las grandes imágenes de la segunda mitad del siglo XX—; un ministro de Guerra, casado, conservador y con título nobiliario, pillado en peligrosas aventuras de cama y contando mentiras a la Cámara de los Comunes; un agregado naval de la Embajada de la URSS que en realidad era espía y que también estaba liado con la misma chica, a su vez amante de un vendedor de heroína al menudeo …
Año, 1963, en plena cúspide paranoide la Guerra Fría, y el lugar, Londres, capital del artificio, la doble moral y la prensa amarilla: esta es la trama de uno de los grandes escándalos políticos de la segunda mitad del siglo XX, el caso Profumo.
El 50º aniversario del tremendo lío de sexo, mentiras y secretos militares que llevó a la renuncia al entonces primer ministro tory Harold McMillan (que no fue muy original a la hora de justificar la dimisión: “problemas de salud”) es recordado ahora en varias exposiciones en el Reino Unido, donde el escándalo se integró en la cultura popular, fue explotado por los medios de comunicación y utilizado por los artistas de la emergente generación del pop de los años sesenta del Swinging London.
Scandal ’63: The Fiftieth Anniversary of the Profumo Affair (El escándalo del 63, el 50º aniversario del caso Profumo), en la National Portrait Gallery de la capital británica hasta el 15 de septiembre, demuestra que, pensemos lo que pensemos, los ingleses tienen una envidiable capacidad para exhibir los trapos sucios cuando todavía las manchas no han sido lavadas por el tiempo.
El museo público nacional saca de sus almacenes todas las obras de arte generadas por el asunto, entre ellas una colección de fotos de la gran protagonista, Christine Keeler, la showgirl de familia obrera que trabajaba en clubes nocturnos y era amante en días alternos del ministro John Profumo, el espía rezident de la URSS en Londres Yevgeny Ivanov y el camello de drogas en el submundo londinense y promotor de jazz Johnny Edgecombe.
Más información: http://joseangelgonzalez.com/caso-profumo-arte/ (el texto de esta entrada procede de este enlace).