sábado, 13 de diciembre de 2014

Benjamín Cano (Madrid, 1963)

El arquitecto Benjamín Cano expone estos días en el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente (Segovia, España) y pronto lo hará en la Fundación Metrópoli (Alcobendas, Madrid, España). En una entrevista que hoy se publica en El País habla de su profesión, la arquitectura, y de su vocación, la pintura y la escultura.

Sobre la arquitectura habla de disciplina en la que nadie se forma ya dibujando a mano, pero él -como yo- nacimos en la década de los 60 y, en nuestros años de formación, todavía no había ordenadores. Quizá seamos -todos aquellos, con obvias excepciones- integrantes de eso que se llama "fin de especie", o simplemente un eslabón más en la lógica evolución de una forma de ejercer una determinada profesión.

Me vienen a la cabeza las palabras de un antiguo profesor de proyectos: "desde que hay internet la gente ya no lee, ni tampoco dibuja". Porque parece evidente que dibujar en ordenador, no es exactamente "dibujar" sino una forma contemporánea de representación gráfica. Parece lo mismo, pero no lo es, pues hay artificios tecnológicos que ocultan o pueden llegar a ocultar carencias técnicas o "falta de mano". Matices en cualquier caso, que darían para una conversación. El ordenador, al igual que el lápiz o los estilógrafos, no es más que una herramienta al servicio de una causa, y no al revés, como suele ocurrir en muchas ocasiones.

Dibujar a la manera tradicional, sería así un ejercicio "prehistórico", como dice Benjamín en una de sus respuestas.

Y hablando de su obra, sugerente a mi entender, el artista "consigna el momento" (en sus propias palabras) y así "dando un paseo con mis hijos, encontrábamos cuatro piedras, unas cerámicas, dos bellotas, y todo eso lo ponía en una especie de universo que tenía sentido y esas cosas que antes estaban dispersas empezaban a ser una familia". 

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