viernes, 13 de febrero de 2015

David Carr (1956-2015)


David Carr, escritor y periodista, murió ayer 12 de febrero de forma inesperada, en la redacción del periódico en el que trabajaba, The New York Times. Nunca antes había yo oído hablar de él, pero hoy, en la versión on-line de El País, me llamó la atención la fotografía y el panel de colores que hay tras de él.

Al leer su historia me enganché al obituario, una de mis secciones favoritas. No por morbosidad, sino porque en las reseñas de fallecimiento se tiene acceso a vidas interesantes de personajes interesantes que no tienen excesiva celebridad. En cierto modo es una paradoja, personas que tienen su página biográfica en la prensa escrita, al día siguiente de haberse ido para siempre.

Cuenta la reseña que David Carr era periodista de vocación y reportero de investigación. Cuenta que él tuvo, durante una parte de su vida, problemas con el alcohol y las drogas. Hasta el punto de tener lagunas en su propia biografía. Así que decidió investigarse a si mismo, siguiendo la metodología periodística. Entrevistó a viejos amigos, a sus camellos, a compañeros y a antiguos jefes, se acercó a los periódicos en los que había trabajado y en los que había sido despedido. Todo ello se publicó en un libro que intentaré leer algún día, la noche de la pistola (The night of the gun). Promete apasionante.

Su última columna la escribió el pasado lunes, a propósito de un reportero estrella que mintió sobre un episodio de guerra: el periodista despedido había "presumido" de volar en un helicóptero atacado por fuego enemigo, cuando en realidad volaba en otro.

David Carr, que conoció los infiernos era, como todos los que han estado allí, escéptico y comprensivo: "No sé si el Sr. Williams debe perder su empleo. No creo que deba perderlo". 

O como dice el Nuevo Testamento: "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". 

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